Madrid129

Reflexiones municipalistas: comunidades, institución y gobierno

Con este texto queremos aportar ciertas consideraciones, muchos interrogantes y algunas modestas propuestas con los que nos parece importante enriquecer los numerosos y necesarios debates alrededor de la apuesta institucional que desde hace más de un año venimos batallando en Madrid. Sirvan estos apuntes sobre la relación dentro-fuera, el nuevo modelo de composición y trabajo colectivo que supone la confluencia, y los límites y potencias de la acción política municipal como reflexión y propuesta sobre el campo de fuerzas en el que operamos, sus herramientas y potencialidades. Un análisis que pretendemos que sirva no tanto para construir certezas como para abrir diálogos y plantear desafíos.

Tetuán-CC-by-Ricardo-Ricote-Rodríguez

Foto CC-by-Ricardo-Ricote-Rodríguez

I. Lo llaman ingobernabilidad y no lo es

El método Dowdall adoptado por la confluencia madrileña [sistema de votación utilizado en las primarias para conformar la candidatura de Ahora Madrid en las elecciones municipales del 24 de mayo de 2015] produjo una lista proporcionalmente diversa que incluía a diferentes agentes decididos a poner freno y tratar de revertir las políticas neoliberales que habían arrasado la ciudad durante los sucesivos gobiernos –locales y regionales– del PP. Los complejos mimbres con los que se ha tejido el gobierno de Ahora Madrid han hecho que se le haya calificado a menudo de “ingobernable”. Una aparente falta de gobernabilidad que no es más que el reflejo de un nuevo tipo de acuerdo político, más parecido al que puede existir en el congreso de los Estados Unidos donde co-existen comunidades políticas diferenciadas, singularidades que representan intereses diversos bajo el marco común de un partido. En el caso de Ahora Madrid, la estructura del no-partido está todavía en proceso de construcción y los conflictos se dibujan como choque de intereses partidistas. Pero estas diferencias, que son a menudo amplificadas por los medios y utilizadas para atacar una nueva política que no se entiende desde las estructuras monolíticas y rígidas tradicionales, no deben de impedir el desarrollo de estructuras estables, inclusivas y públicas de deliberación, para convertirse en una fortaleza que identifique la forma de hacer política desde un movimiento municipalista no basado organizativamente en la forma partido más o menos tradicional.

Este entendimiento del Gobierno como un campo de intereses y tensiones diversos en vez de una continua negociación entre partes escapa tanto a la lógica de los partidos tradicionales como a la de las posiciones de contrapoder. Desborda y complejiza la dicotomía clásica entre un adentro –institución– versus un afuera –sociedad organizada–, y se transforma en una amalgama de tensiones dentro-dentro –entre distintas posiciones dentro del gobierno– y dentro-fuera –entre la lógica institucional de gestión de lo posible y la construcción de demandas de movimientos, lobbies, organizaciones y sociedad civil–. E incluso fuera-fuera: entre los distintos intereses de los agentes que se sienten llamados a opinar e influir. Para terminar de complicarlo, las sucesivas posiciones de los ‘dentro’ y los ‘fuera’ no están permanentemente alineadas y varían en su composición.

Un ejemplo de resolución de la tensión dentro-dentro entre una posición pragmática de toma de decisiones –que desarrolla cierta resistencia a las declaraciones simbólicas– y la necesidad de los territorios de posicionarse en un aspecto crucial para la capacidad de autonomía local fue la aprobación de mociones contra el TTIP desde los distritos que fueron llevadas al pleno de la ciudad desde estas posiciones aparentemente más periféricas. En el campo más clásico del dentro-fuera, y respecto al reglamento de la Empresa Municipal de la Vivienda, se adoptó un acuerdo inmediato con algunas medidas concretas conforme a un marco de posibilidad institucional restringido, mientras que la presión de colectivos y organizaciones abrió un horizonte de transformación más amplio para la construcción de un nuevo reglamento a través de mesas participadas que planteó la posibilidad de pensarlo todo a partir de cero. El caso de la gestión de las escuelas infantiles puso en juego las tensiones dentro del ‘afuera’, donde el acuerdo unánime respecto a la necesidad de una educación de calidad que permita el desarrollo de derechos y la posibilidad de conciliación, se declina en torno a la opción de gestión indirecta –que no suponga una privatización, sino una cooperación público-social con entidades del cooperativismo institucional de educación y de las corrientes pedagógicas modernas– o directa –defendida por sindicatos y posiciones más estatalistas, pero también sectores del cooperativismo que ven una posibilidad de estabilidad y de superación de la precariedad–.

En este contexto cambiante se mantienen algunas antiguas estructuras que conviven con nuevas situaciones. Así las relaciones entre las estructuras políticas más establecidas respecto a los movimientos sociales tradicionales son las clásicas de lobby y demanda, mientras que las relaciones orgánicas con nuevas comunidades políticas –que a su vez se superponen y forman parte de otras comunidades más amplias y difusas– son más anómalas y generan un espacio más propicio para la experimentación y la innovación institucional. Un espacio que es también el que cuenta con unas herramientas y un diálogo menos procedimentados, sin tradición de estructura, ni mecanismos de sujeción que puedan articular la información, deliberación y evaluación de la acción de gobierno. Un procedimiento para el que, en todo caso, sería necesario determinar con mayor claridad y de manera colectiva la situación desde la que se parte, los objetivos a alcanzar, el modo de medición del avance y la determinación del horizonte de posibilidad de los mismos, en cada momento.

Es en esta identificación y reconocimiento de las comunidades con las que se relacionan y a las que se deben los miembros del gobierno. En el establecimiento de procesos de diálogo y co-producción entre los distintos espacios y agentes y la construcción de mecanismos de información y deliberación en distintas capas y escalas, donde vemos la posibilidad de definir un partido-movimiento que no va a surgir del enfrentamiento, ni de la negociación entre un –nuevo– partido, por un lado, y un –nuevo o viejo– movimiento, por el otro, sino de algo radicalmente distinto y anómalo que está todavía por imaginar en sentido práctico, pero que forma parte del imaginario constituyente de Municipalia hace más de 2 años. Lograr que Ahora Madrid se constituya en el espacio de articulación política que propone esta hipótesis de gobierno ciudadano será fundamental para implementar políticas de calado de ampliación de derechos y será también una condición sinequanon para poder reeditar el éxito electoral.

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Fernando Sabín es miembro de la cooperativa Andaira.
Ana Méndez de Andés es asesora en el Ayuntamiento de Madrid.
Pablo Bartolomé es integrante de la asamblea de comunicación de Ahora Madrid.

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Texto publicado en Diagonal https://www.diagonalperiodico.net/la-plaza/31072-poder-reeditar-exito-electoral-madrid.html