Madrid129

Cifuentes WTF

La “boina” de Madrid ha caído. No porque haya desaparecido, ni mucho menos, sino porque ha pasado de estar dispersa “por ahí arriba” (como un hecho casi pintoresco de Madrid) a estar por aquí abajo, pegada al suelo y en nuestro día a día. Tanto ha caido que hay incluso quien ha propuesto reinterpretar los símbolos de Madrid en torno al humo que nos regalan los coches cada día:

Nico Ordozgoiti on Twitter: “He rediseñado la bandera de…

Parece que la ciudad, además, se ha caído también (del guindo). Una de las razones fundamentales de este cambio no ha sido otra que las primeras aplicaciones del protocolo para episodios de alta contaminación que pone en marcha el Ayuntamiento de Madrid.

El protocolo tiene muchas virtudes, quizá la mayor de ellas el haber permitido abrir este amplio debate social sobre si podemos seguir viviendo en medio de una nube tóxica. ¿Y su principal pecado? Quizá el de no solucionar mágicamente los problemas de contaminación. La versión más mundana de esta condena al protocolo la oiremos en el formato “Sí, se ha activado el protocolo, pero los niveles no han bajado”.

Esto, como casi todo, tiene su explicación, pero hay que conocer un poco más en profundidad el funcionamiento de la contaminación y cómo se ventila la atmósfera madrileña para entenderlo mejor.

Si imaginamos (por qué no) que Madrid es una olla puesta al fuego, nos encontraremos que los días de alta contaminación lo que sucede es que la presión atmosférica actúa de tapa de la olla, concentrando los gases cerca del suelo e impidiendo que se dispersen. Este, y no otro, es el problema: la “inercia” acumulada. Normalmente, cuando la olla está destapada aunque se emitan muchos gases (que se emiten) estos se dispersan yendo a causar problemas a otros lugares de la geografía española. Ahora bien, si la olla no ventila, si la tapa está puesta, por mucho que dejemos de emitir gases (eddecir. se apliquen protocolos) los que ya teníamos emitidos no se van, o lo hacen muy muy poco a poco. Por dar un ejemplo gráfico:

Aquí Madrid sin tapa:

humos-escape-coche-01

Aquí Madrid con tapa:

suicidio humo

Así pues, a nuestro querido protocolo le podremos pedir que el problema de la acumulación de contaminación deje de agravarse, pero no que lo solucione.

La solución

Solución, haberla la hay, pero no es sencilla. Podríamos decir que pasa, al menos por estos tres puntos:

Uno, entender que el problema de la contaminación no es ni unidimesional ni sencillo y que ni el mejor protocolo anticontaminación va a servir para nada si las condiciones estructurales no cambian.

Dos, poner en marcha medidas estructurales para transformar la ciudad. Reducir las distancias, mezclar usos urbanos para reducir la necesidad de desplazamiento o priorizar los modos sostenibles haciendo que sean muy competitivos frente al uso del coche son los básicos. En este sentido el Ayuntamiento está haciendo los deberes con el Plan A de calidad del aire y cambio climático.

Tres, entender que por mucho que se haga dentro del municipio de Madrid, aún con los protocolos más extremos, los planes A más audaces y valientes, este problema es de ámbito metropolitano. Cada día se realizan un millón de viajes intermunicipales en coche que tienen origen o destino la capital, además de los viajes interiores y los que se producen entre núcleos de la periferia (pero cuyo humo terminará haciendo más lustrosa la boina).

Por desgracia para nosotras y para nuestra salud respiratoria, en este plantemiento más estructural y metropolitano el gobierno de Cristina Cifuentes ni está ni se le espera. Lo más que ha hecho la Comunidad de Madrid en estos dos años es poner palos en las ruedas del transporte público con su gestión partidista y ruinosa del Consorcio Regional de Transportes, coronada con la aprobación de un protocolo para episodios de alta contaminación que pretende combatir esta complicada cuestión base de recomendaciones y “crin de unicornio”, mientras señalan con el dedo acusador a una de las pocas administraciones que está agarrando el toro por los cuernos, que es el Ayuntamiento de Madrid.